de en fr es tr
Y nos comeremos al gato.
Viena: Kremayr & Scheriau, 2018.
Reseña
Fragmento: Siria ama en secreto a Polonia
Estamos leyendo en un libro. Leemos sobre los momentos amarillos del pequeño Pipibert. Compartimos nuestros propios secretos amarillos. Armenia dice: Una noche, mi hermano se confundió el inodoro con la mesa de luz. El hermano de Armenia se rÃe y dice: Hasta hice lo que tenÃa que hacer delante de la mesita. Nos reÃmos con él. La mesita y el inodoro de Armenia hace ya cien años que se encuentran en Siria. Que a pesar de todo se llamen Armenia, es tan solo el recuerdo de los padres, los abuelos y bisabuelos de una patria perdida, y la memoria de los muertos de esa patria que alguna vez fue la suya.
Polonia dice: Si uno tapa el lado derecho de la cara de Pipibert, parece enojado, si uno tapa el lado izquierdo, parece triste. Tapamos la cara de Pipibert. Lado derecho de la cara, lado izquierdo de la cara, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo. Enojado, triste, enojado, triste... asombro: ¡es verdad! Yo digo: ¡Muy bien observado, Polonia! Polonia se alegra.
Y Siria ama en secreto a Polonia. Por ejemplo, cuando digo: Miren a la clase, ¿quién falta hoy? Si falta Polonia, Siria dice: Polonia falta. Por más que tampoco HungrÃa esté. Pero Siria no ama a HungrÃa, Siria solo tiene ojos para Polonia. A veces Siria se da maña para encajarse entre el respaldo y el asiento, muy hábilmente se desliza por la ranura y grita: ¡Ayuda, señorita, ayuda! Entonces Iraq me ayuda a ayudarle a Siria, a soltar suavemente el nudo que se hizo, a pesar de que Siria le pega en secreto a Iraq en los recreos. Yo digo: ¿Qué pueden decir si alguien los arrima y se les acerca demasiado? Quince manos se levantan: ¡STOPP!
(págs. 53 y s.)
Puedo usar otra hoja, pregunta Kurdistán. Pero por qué, le pregunto yo, está muy bonito lo que has escrito. La letra bonita, pienso, la caligrafÃa, es adiestramiento, es una exageración es La Cinta Blanca. ¡Voy a dejar de elogiar la caligrafÃa! Kurdistán dice: Necesito una hoja nueva, mi papá también quiere aprender, y mañana tengo que acompañarlo a una cita. ¿Mañana no vienes? No, contesta Kurdistán, mañana interpreto para él en Asuntos sociales. Vas a faltarnos, digo. La mejilla de Kurdistán comienza a brillar. La mejilla, las mejillas. Las mejillas de Kurdistán se enrojecen y brillan. Los ojos de Ucrania brillan en dos colores diferentes. Voy de mesa en mesa con Ucrania. A cada niño Ucrania lo mira con los ojos bien abiertos. Ucrania apenas habla alemán, por eso Siria e Iraq a veces le hacen burla, pero ojos con dos colores diferentes no tiene nadie excepto Ucrania y David Bowie. Y desde que Bowie murió, solo los tiene Ucrania.(págs. 56 y s.)
Fragmento: Albin
Pero la bárbara nunca querrá tener a alguien como yo. Albin lo escuchó en la radio. Albin escucha la radio cultural. Es la radio de la cual más puede aprender. ¡Y la música! Una mañana, cuando Albin se dirigÃa a una obra en construcción escuchando la radio, habló un invitado, y ahà lo escuchó: que la mayorÃa de los hombres no tienen ningún problema con que su pareja se encuentre por debajo de ellos, y que la mayorÃa de las mujeres buscan una pareja que esté por encima de ellos. Albin no está por encima de nadie. Nadie, piensa Albin, nadie me está buscando, pero yo estarÃa bastante a gusto conmigo. Creo que en gran parte soy una buena persona. Al menos Albin se esfuerza por serlo. ¿Kasimir? Kasimir está al lado de la taza de café vacÃa e intenta pillar los papelitos que Albin habÃa empezado a romper. Qué rápido que puede usar su pico un pájaro de estos. Toma papel tras papel, salta hacia el tomate, lo envuelve en un vestido de papel blanco, regresa saltando, vuelve a empezar. Kasimir, ¡pero si querÃa ir al baño! Kasimir se detiene.
Los nuevos libros ilustrados se amontonan en el vestÃbulo. Todos de internet. Estado: usado - muy bueno. O: usado - bueno. O: usado - sin tapa. En la mesita de luz se ve a René Magritte. Magritte pintaba como si fuera posible salirse del mundo en cualquier momento. TodavÃa estoy trabajando en ello. Lavadita de cara. A ponerse los zapatos. Te dejo la ventana abierta. ¡Gracias! No hay de qué. Delante de la puerta, el felpudo, a la espera de un hechizo mágico. Si no lo tuviera a Kasimir... Kasimir lo anima a Albin. También hoy volveré.... Y en casa de la bárbara el tendedero sigue en el balcón.
(pág. 170)
© 2018 Kremayr & Scheriau, Viena
© de la traducción, Helga Lion, 2019
>> Incentives